Cantabria

Cantabria es una comunidad autónoma española uniprovincial definida como comunidad histórica en su Estatuto de Autonomía. Limita al este con el País Vasco (provincia de Vizcaya), al sur con Castilla y León (provincias de León, Palencia y Burgos), al oeste con el Principado de Asturias y al norte con el mar Cantábrico. La ciudad de Santander es su capital y localidad más poblada. Tiene una fuerte vinculación histórica con el Ducado de Cantabria, las Asturias de Santillana, la Hermandad de las Cuatro Villas y la provincia de los Nueve Valles.

Sus primeras referencias datan del año 195 a. C., momento en que el escritor romano Catón el Viejo habla en su obra Orígenes del nacimiento del río Ebro en el país de los cántabros.

Diversos han sido los autores que han tratado el origen etimológico del nombre de Cantabria (San Isidoro de Sevilla, Julio Caro Baroja, Aureliano Fernández Guerra, Joaquín González Echegaray y Adolf Schulten, entre otros). Aunque no es segura su procedencia, la opinión más aceptada por los expertos es que deriva de la raíz cant-, de origen celta o ligur y que significa 'roca' o 'piedra', y el sufijo -abr, frecuente en las regiones celtas. De todo esto se deduce que cántabro vendría a significar 'pueblo que habita en las peñas' o 'montañés', en clara referencia al territorio abrupto y montañoso de Cantabria. Es una de las comunidades autónomas españolas con la toponimia más antigua, ya que el término «cántabros» aparece por primera vez reflejada en las fuentes romanas en el siglo II a.C., por el autor Catón el Viejo, aunque evidentemente Cantabria aún no existía en ese momento como entidad política unida, sino que en ella vivían diversos pueblos.

Socialmente Cantabria recibe también otros nombres: La Montaña y La Tierruca.

Cantabria pertenece a una unidad cultural común que comparte, pese a las diferencias regionales, con las comunidades del norte de España bañadas por las costa cantábrica. Esta unidad cultural, que hunde sus raíces en la época prerromana, ya fue reconocida en el siglo I por el geógrafo griego Estrabón.

No obstante esta unidad cultural de la fachada atlántica no significa una homogeneización cultural de las sociedades de este ámbito geográfico. Dentro de todo este conjunto, Cantabria posee una indudable personalidad etnográfica, que la distingue por el este y el oeste de vascos y asturianos, así como naturalmente de los habitantes de la Tierra de Campos por el sur. Para conocer a fondo la estructura cultural regional hay que entender la naturaleza de su territorio, dividido en valles, más o menos aislados entre sí. La fuerte compartimentación del territorio, como consecuencia de una robusta orografía, ha generado una marcada división interna de Cantabria, con unas difíciles comunicaciones trasversales entre valles, siendo ésta una cuestión imprescindible para poder entender el conjunto de las tradiciones y costumbres de la región. 


Es este relieve abrupto, y el consecuente tipo de explotación que los cántabros ha venido ejerciendo desde tiempo inmemorial del territorio, otro de los factores distintivos a la hora de definir la realidad cultural de Cantabria: poblamientos tendentes a la concentración en las comarcas centrales y occidentales, y dispersos o ultradispersos en la zona oriental y de manera especial en la comarca pasiega, es decir, en las cabeceras del río Pas y del Miera.

Una de las peculiaridades más características de Cantabria es el modelo, muy definido, de vivienda tradicional montañesa, con tejado a dos aguas y fachada principal en una de las caídas. En ella es muy frecuente la solana o balcón corrido de madera, protegido bajo el alero. Este modelo, que tiene variantes según las comarcas, ha dado origen a la típica casona montañesa, uno de cuyos elementos es la portalada, por lo general timbrada con escudo de armas, la cual da acceso a la corralada. Pero existen también otros modelos de casas, siendo característica y singular la llamada cabaña pasiega, con la fachada principal en el hastial.

En cuanto al modelo productivo tradicional sus formas no difieren en exceso de lo que es común a las otras regiones del cuadrante noroccidental de la Península Ibérica. Fue a mediados del siglo XX cuando se inició un profundo cambio en la economía agraria de La Marina y los valles prelitorales de Cantabria, cuando las gentes del medio rural empezaron a abandonar la dedicación predominantemente agrícola hasta entonces para entregarse a una actividad ganadera extensiva de parcos rendimientos, sustentada en un territorio con un terrazgo extremadamente fragmentado, que no se ha ido corrigiendo hasta hace unos lustros.

Dentro de este complejo cabe señalar, como muy característico, el uso de un modelo peculiar de carro chillón, con su yugo cornal típico, así como el empleo de la basna. Del mismo modo, y relacionado con las labores del campo destaca la artesanía en aperos y herramientas de labranza realizado frecuentemente con un verdadero gusto artístico, como es el caso de las albarcas y de las colodras.

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