Corrientes
Corrientes (en guaraní: Taragüí Tetãmini) es una de las veintitrés provincias que componen la República Argentina. Su capital y ciudad más poblada es la homónima Corrientes. Está ubicada al noreste del país, en la región del Norte Grande Argentino, limitando al oeste y norte con el río Paraná que la separa de Santa Fe, Chaco y Paraguay, al noreste con Misiones, al este con el río Uruguay que la separa de Brasil y Uruguay, y al sur con Entre Ríos.
Con 88 199 km² es la octava provincia menos extensa, por delante de Entre Ríos, San Luis, Formosa, Jujuy, Misiones, Tucumán y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, la menos extensa.
Es una de las catorce provincias fundadoras de la Confederación Argentina. El gobierno correntino declaró en 2004 el guaraní correntino como "idioma oficial alternativo" de la provincia, junto con el castellano, siendo la primera provincia argentina en reconocer un segundo idioma oficial
El origen del pueblo correntino se inicia con la búsqueda de la tierra sin mal de los guaraníes, un pueblo guerrero y peregrino que descendía del río Amazonas hacia las tierras del río Paraná. Las fuentes históricas -escritas por españoles, criollos o mestizos- y los aportes de la antropología actual, permiten que podamos asomarnos a la mentalidad de un pueblo cuya vida estaba completamente orientada hacia el más allá. Apenas llegados a la etapa agrícola y todavía seminómadas, no habían desarrollado todas las artes ni las técnicas: ni escultura, ni pintura ni arquitectura, exceptuando los notables trabajos hechos con plumas para sus ceremonias, sus técnicas en el trenzado de canastos, una alfarería funcional y algunos tejidos especiales. El genio de la etnia guaraní estaba volcado en la lengua, la religión y la música.
La lengua les posibilitó expresar su capacidad para producir belleza y arte en cánticos y oraciones, mitos y leyendas. La religión penetraba la vida social y nutría todos los comportamientos: políticos culturales y hasta económicos, ya que la búsqueda de la Tierra sin Mal implicaba también búsqueda de tierras no holladas para la caza y el cultivo. En teoría, la Yvy Mara He’y no era inaccesible a los vivos. Aunque se la reconocía como morada de los antepasados, algunos privilegiados podían llegar hasta allí sin pasar por la prueba de la muerte.
Esta esperanza era la que alentaba las grandes migraciones al ser convocados por algún profeta o Karaí. Él era quien recibía los mensajes de los dioses y podía "hablar extensamente en medio de todo lo que se levanta sobre la tierra". Sus "bellas palabras", inspiradas por "los que viven encima de nosotros", cargadas de elocuencia, los impulsaban a seguir avanzando en las interminables marchas en busca de la Tierra sin Mal.
Lo original de la religión tupí-guaraní es identificar el concepto alma con el concepto palabra y todo lo que esto implica en cuanto a la valoración del lenguaje como medio de comunicación con lo sobrenatural y con el propio perfeccionamiento.
Idea central en los textos rescatados por etnólogos y antropólogos, es demostrar que la función primordial del lenguaje formado de "bellas palabras", es la comunicación con los dioses, "los situados encima de nosotros".
El vocablo ñe’e designa al mismo tiempo a la voz, la palabra y el alma, es decir, lo que en el hombre es divino e imperecedero. La muerte es la pérdida de la palabra. y las "bellas palabras" -ñe’e porä- son el equivalente de la sabiduría y la santidad. Por eso Ñamandú el Primero crea a sus tres hijos Karaí, Jakaira y Tupa y a sus mujeres.
Con 88 199 km² es la octava provincia menos extensa, por delante de Entre Ríos, San Luis, Formosa, Jujuy, Misiones, Tucumán y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, la menos extensa.
Es una de las catorce provincias fundadoras de la Confederación Argentina. El gobierno correntino declaró en 2004 el guaraní correntino como "idioma oficial alternativo" de la provincia, junto con el castellano, siendo la primera provincia argentina en reconocer un segundo idioma oficial
El origen del pueblo correntino se inicia con la búsqueda de la tierra sin mal de los guaraníes, un pueblo guerrero y peregrino que descendía del río Amazonas hacia las tierras del río Paraná. Las fuentes históricas -escritas por españoles, criollos o mestizos- y los aportes de la antropología actual, permiten que podamos asomarnos a la mentalidad de un pueblo cuya vida estaba completamente orientada hacia el más allá. Apenas llegados a la etapa agrícola y todavía seminómadas, no habían desarrollado todas las artes ni las técnicas: ni escultura, ni pintura ni arquitectura, exceptuando los notables trabajos hechos con plumas para sus ceremonias, sus técnicas en el trenzado de canastos, una alfarería funcional y algunos tejidos especiales. El genio de la etnia guaraní estaba volcado en la lengua, la religión y la música.
La lengua les posibilitó expresar su capacidad para producir belleza y arte en cánticos y oraciones, mitos y leyendas. La religión penetraba la vida social y nutría todos los comportamientos: políticos culturales y hasta económicos, ya que la búsqueda de la Tierra sin Mal implicaba también búsqueda de tierras no holladas para la caza y el cultivo. En teoría, la Yvy Mara He’y no era inaccesible a los vivos. Aunque se la reconocía como morada de los antepasados, algunos privilegiados podían llegar hasta allí sin pasar por la prueba de la muerte.
Esta esperanza era la que alentaba las grandes migraciones al ser convocados por algún profeta o Karaí. Él era quien recibía los mensajes de los dioses y podía "hablar extensamente en medio de todo lo que se levanta sobre la tierra". Sus "bellas palabras", inspiradas por "los que viven encima de nosotros", cargadas de elocuencia, los impulsaban a seguir avanzando en las interminables marchas en busca de la Tierra sin Mal.
Lo original de la religión tupí-guaraní es identificar el concepto alma con el concepto palabra y todo lo que esto implica en cuanto a la valoración del lenguaje como medio de comunicación con lo sobrenatural y con el propio perfeccionamiento.
Idea central en los textos rescatados por etnólogos y antropólogos, es demostrar que la función primordial del lenguaje formado de "bellas palabras", es la comunicación con los dioses, "los situados encima de nosotros".
El vocablo ñe’e designa al mismo tiempo a la voz, la palabra y el alma, es decir, lo que en el hombre es divino e imperecedero. La muerte es la pérdida de la palabra. y las "bellas palabras" -ñe’e porä- son el equivalente de la sabiduría y la santidad. Por eso Ñamandú el Primero crea a sus tres hijos Karaí, Jakaira y Tupa y a sus mujeres.
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